Los abuelos empiezan probando la "esferificación de cocido madrileño", que por su sabor debería trasladarles a este plato típico y tradicional, pero no parece que sea de su agrado. Las caras son un auténtico poema, mucho más cuando descubren de qué se trata y Melquiades considera que el sabor no se asemeja al del cocido.
La morcilla también es un alimento que reconocen a simple vista nuestros mayores, pero no se trata de carne porque es vegana y Félix lo percibe como un biscocho y sin el sabor que tiene que tener, así que él "no se apunta a ese equipo". ¿Serían capaces de acostumbrarse?
Los niños tienen delante un plato de ostras, no les resulta muy apetecible y lo primero que les sorprende es que cuando exprimen el limón sobre ellas, se mueven. Jaime es el único que aparentemente se lo acaba, pero pronto se descubre que lo ha puesto en la servilleta porque no ha sido capaz de comer las ostras.
Uno de los momentos más cómicos es cuando los abuelos prueban la sisha sin tabaco y sin nicotina, que primero ven como "una bombilla" o "un soplete" y a Mercedes le ha encantado. "Enfócame bien con la cámara para ver cómo lo pruebo", ha llegado a decir.