Román sigue en la cárcel sin que Juan lo pueda evitar. Por ello, emprende una carrera contrarreloj para saber quién es el que se está haciendo pasar por él, por El Gato. Por si fuera poco lidiar con eso y manteniendo la mentira con su esposa, cada calle, cada paso que da en Buenos Aires le recuerda su pasada vida, el amor que murió y la ciudad de la que huyó.
Pero no es el único al que el pasado se le ha presentado de cara y de repente. La antigua banda, ahora trabajadores del restaurante, vuelve a ser interrogada como les pasó hace ya muchos años en una vida que ya tenían superada. El fiscal, por su parte, también víctima de un pasado en el que El Gato arruinó su carrera y, obsesionado, desoye las opiniones de su jefe y la policía y desatiende a su familia.
Lola también indaga en el pasado, pero no en el suyo, sino en el de El Gato. Y hay cosas que no le cuadran. Y otras, que le indignan, como que su reciente marido no le haya querido decir la verdad de su tío Román. Por eso decide que ya es hora de viajar a Buenos Aires.